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domingo, 18 de abril de 2010

Fernanda

Buenos días, Fernanda



son las cuatro en mi hemisferio


y su corazón late con retraso


sincronícelo con el mío


para llegar a la vez


que los latidos no son válidos


una vez arrojados al abismo.


Querida Fernanda


Su té se enfría si no se apresura


a decir mi nombre


claro


más alto


no es audible entre tanta gente.


Sólo somos usted y yo


en el inmenso desconocimiento


de conocernos.


No sea tímida,


estimada Fernanda,


le he traído peces tropicales para romper el hielo


y no tener que hablar del tiempo


es tan impersonal.


Mi querida Fernanda


no se asuste si de cuando en cuando


la miro sin ningún otro afán


que el del embelesamiento


nunca he sabido muy bien cómo actuar


cuando el rubor es evidente.


Sin más dilación me despido cordialmente


mientras zarpa más allá de mis retinas


y mis manos sólo pueden permanecer ocultas en los bolsillos


el baúl multiusos en estos últimos días.


Que tenga buen viaje.


No se pierda entre la niebla.


PD. No olvide dar de comer a los peces.