Buenos días, Fernanda
son las cuatro en mi hemisferio
y su corazón late con retraso
sincronícelo con el mío
para llegar a la vez
que los latidos no son válidos
una vez arrojados al abismo.
Querida Fernanda
Su té se enfría si no se apresura
a decir mi nombre
claro
más alto
no es audible entre tanta gente.
Sólo somos usted y yo
en el inmenso desconocimiento
de conocernos.
No sea tímida,
estimada Fernanda,
le he traído peces tropicales para romper el hielo
y no tener que hablar del tiempo
es tan impersonal.
Mi querida Fernanda
no se asuste si de cuando en cuando
la miro sin ningún otro afán
que el del embelesamiento
nunca he sabido muy bien cómo actuar
cuando el rubor es evidente.
Sin más dilación me despido cordialmente
mientras zarpa más allá de mis retinas
y mis manos sólo pueden permanecer ocultas en los bolsillos
el baúl multiusos en estos últimos días.
Que tenga buen viaje.
No se pierda entre la niebla.
PD. No olvide dar de comer a los peces.
domingo, 18 de abril de 2010
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