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domingo, 16 de enero de 2011

El monstruo de dos cabezas

El monstruo de dos cabezas ha abandonado el edificio para asediar las calles de la ciudad y fundirla en pánico irracional. Pero nadie sufre tanto como los corazones férreos, esos seres desprovistos de sentimientos que buscan compañía un sábado por a noche en rincones oscuros. Estratagema de manual para acallar voces y certitudes obscenas. El anonimato reconforta a las llemas que se enredan en hebillas extrañas pero válidas para saciar angustias e insatisfacciones.
Tras el monstruo de dos cabezas sale corriendo el cazador ninfómano/ melómano/antropólogo/funambulista/romántico empedernido. Esta nueva figura tiene la peculiar afición de coleccionar sobres abiertos para reenviar a sus destinatarios postales en blanco y negro de ciudades inmortales que se alimentan de clichés. de ilusiones que nunca pasan de moda. Paseos a la luz de la luna, góndolas, edificios grises que se iluminan con farolas estratégicamente colocadas, catedrales que hechizan a turistas que desean no marcharse jamás, pero el curso del tiempo les empuja sin remedio a la rutina de deambular arañando días más utópicos, momentos únicos. Y París, Londres, Venecia...se convierten en templos del idealismo bohemio, el prototipo perfecto del amor eterno y verdadero, un coupe de foudre...l´amore per sempre...love is everything or whatever...
Ha llegado la hora de dar caza y captura al monstruo de dos cabezas antes de que despedace más esqueletos. Debemos poner cepos, redes, trampas lo suficientemente grandes como para contrarrestar el ingenio de una bestia con dos cerebros que discuten constantemente para salirse con la suya. ¿La suya? ¿Qué es "la suya" extrapolada a una bestia de dos cabezas? ¿Habrá logrado la metáfora desbancar a la astuta y pícara dama escudada en evasivas y mordaces respuestas? Es sólo cuestión de tiempo que el sueño o la pesadilla cobren vida.
Ella es el interrogante, la incógnita junto con el cuándo y el dónde al son de Charles Aznavour la pesadilla no parece tan horrible ni la bestia tan descomunal, pero ella, ella sí que es tremenda; va acompañada por un séquito que la eleva por encima del asfalto para no pisar los charcos que se forman debajo de balcones y ventanas tomadas por siluetas inconformistas.
Yo no soy ni bestia, ni cazador ninfómano/melómano/antropólogo/funambulista/romántico empedernido--bueno, quizá un poco de esto último--no sé ni el cuándo ni el dónde, sólo soy un turista más que se escuda en catedrales y en calles legendarias para sentirse algo diferente, para tramar conspiraciones certeras que han de resolver el misterio incandescente de la soledad. El rompecabezas por excelencia de la existencia humana. Ser, existir, compartir.Ésa es la cuestión.
Pienso luego existo; existo luego comparto; comparto luego vivo; vivo porque te tengo. Y de este modo, los monstruos y las pesadillas se disipan hasta que la oscuridad lo envuelva todo y sólo quede el recuerdo de haber tenido algo extraordinario.