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miércoles, 30 de junio de 2010

Granada

Sólo Granada podría ser capaz de convertir una vieja estación de autobuses en un gimnasio elitista que rezuma ostentosidad. Granada, la ciudad de las esquinas azarosas que lo dejan todo al encontronazo -"ve con cuidado cuando dobles las esquinas..." - Y a pesar del alto índice de colisiones nunca me topé contigo. Después de todo, Granada no era la cuna de la casualidad sino una recompensa a largo plazo.
Ganas de inventar y oportunidades para hacerlo fueron suficientes para llevarme alguna que otra sonrisa. Lírica casera que salió del armario para agarrar un micrófono; viejos fantasmas que dejaron de acechar y una comparación odiosa que brotaba de vez en cuando: ¿clasicismo o libertinaje?Dos ciudades, dos momentos únicos y sigo sin poder elegir. ¿Calixto y Melibea o García Lorca, Anaya o el paseo de los tristes, Perroflauta o perroflautas? Qué gran dilema.Tantos momentos y sigo atrapada en dos catedrales.
Y ahora toca decir adiós una vez más; la estancia fue breve pero productiva. En una especie de metamorfosis me  niego a creer que nada haya cambiado, que todo siga igual, quizá nunca me haya sentido tan dispersa , pero nunca más optimista. Ante la llegada inminente de una nueva etapa el recelo y la incertidumbre han vuelto a forrar los sueños con el tejido fosco de la duda, pero estoy lista. No me dejaré llevar por el círculo vicioso del vaticinio.
No pienso en un futuro con o sin nadie, el verano da un descanso a las neuronas y la mente se queda en blanco, fluye en todos sus lóbulos  y cierra por vacaciones. Hoy sólo te digo adiós sin ser consciente aún de lo que un adiós significa, siempre los entiendo a largo plazo, y hago maletas para volver a casa y deshacerlas para volver a hacerlas con suerte y descubrir que hay más esquinas que aún no he marcado. Cuatro visitas a la Alhambra y ninguna de ellas por la noche, me voy con la curiosidad. Ya tengo un motivo para repetir. Hasta luego.