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martes, 7 de diciembre de 2010

Peter Pan

Hoy es uno de esos días en los que te das cuenta de que te vas haciendo mayor; reniegas, es lógico, pero asúmelo, el tiempo no suele quedar para tomar café y cotillear sobre los idilios de gente anónima que pierde paraguas en los momentos más inoportunos, el tiempo simplemente pasa, en todas las acepciones posibles del verbo pasar. Transcurso, entrada o ignorancia...todas admitidas.
Pero hacerse mayor tiene un precio, crecer no es sólo dar el estirón y presumir de atributos. Crecer supone tomar decisiones, correctas, incorrectas...no es relevante, se toman que no es poco. Hacerse mayor conlleva interesarse por los planes de pensiones sólo "pa porsi"; conlleva pensar en tonterías como un lugar estable donde vivir,hijos,mujer hipotética, medias naranjas, pomelos que se hacen pasar por naranjas... carreras, negarse a opositar porque la traducción audiovisual sigue siendo un sueño factible, aunque no a corto plazo. Hacerse mayor tiene obligaciones, por supuesto, entre ellas hacer cola en el auditorio municipal para pillar buen sitio y poder grabar a tu sobrina vestida de campana en la función de Navidad del colegio y ser consciente de que a esta primera función le seguirán otras 6 más de temática similar pero distinto disfraz, ante todo originalidad. Hacerse mayor tiene el requisito fundamental de fabricarse un corazón a prueba de bombas, o de pomelos más bien. Tienen su encanto al principio, pero luego dejan toda la zona avinagrada. 
Nadie dijo que hacerse mayor fuera fácil, es obligatorio, eso sí, pero fácil, lo que se dice fácil....El problema es que nos empeñamos en hacer un drama de todo. Propongo hacernos más pequeños conforme nos hacemos más grandes; es simple, vayamos al trabajo de lunes a viernes, busquemos camorra en la autopista por no haber cedido el paso o quememos el asado justo una hora antes de que tu madre vaya a cenar a casa un domingo por la noche, pero comamos chicle en las reuniones, saltemos en el ascensor para emparanoyar al tío del traje de la última planta, decoremos cada rincón de la casa cuando se acerque la Navidad y durmamos con patucos de punto hechos por tu abuela con todo su amor, pero tres números más grandes "es que tienes que crecer" te dirá ella con las gafas apunto de caerse del sofá; nunca puede usar el cordón que le compró tu madre. Ya ves la catástrofe y el desembolso absurdo por la misma imprudencia de siempre.
Compremos chalets adosados en las afueras, tengamos 1, 2 o 3 labradores para que corran con los dos hijos hipotéticos que siempre dirán que sus madres no les entienden y "no están en la misma onda", tengamos dos coches, un turismo para los viajes a casa de tu madre y el más cómodo para las emergencias y uso diario. Pero nunca me obligues a dejar de aplaudir cuando vea fuegos artificiales, no me juzgues por usar gorros extraños y guantes-manopla que ocupan medio bolso; no me regañes por no llevar un paraguas cuando es más que evidente que va a caer agua a raudales y no me bajes la música cuando esté con los ojos cerrados porque me asustas y me da mal rollo.  En resumen, cuidemos al niño que tenemos dentro y protejámoslo del adulto sedentario que ya lo tiene todo hecho.
Hoy es uno de esos días en los que te das cuenta de que te vas haciendo mayor. Corre, apaga la luz y vete a la cama, mañana ya se te habrá pasado.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Hasta que despiertes despacio

Se cuentan por decenas
los centímetros que liman intentos
y reducen a la mitad
afluentes de relámpagos que estallan en trueno
y revientan en eco.
Y tú, vacía y hueca,
quieres salir a la calle
para sentir un poco de lluvia
para respirar hondo en la tormenta
con los ojos cerrados,
cerrados con fuerza
para no recordar lo que es jugar al sol.
Vuelvo a tener cuatro años
con sus atardeceres y sus cambios de estación
con esos amigos que mutaron
y se fundieron en futuros dispersos
que prometieron volar lejos.
Pero cuantos años más tarde
aqui sigo embaucada en esos atardeceres cíclicos
más viejos
pero tan naranjas...
Y ahora los cambios de estación son etapas
que tejen momentos
que unen historias que se encierran en papel.
Y ahora persigo amaneceres
cambiar de cielo
de naranja y de nube
de todo hasta que el papel arda
y nos consuma en cenizas
y nos vierta a la nada.

domingo, 31 de octubre de 2010

La ligereza de lo que se va

Es inevitable que llegue el olvido cuando el tiempo vuela, la pregunta que debemos hacernos es si realmente queremos olvidar. Olvidar requiere esfuerzo, mucho trabajo, pero a veces el olvido llega casi por accidente y ya no duele, no necesitamos llevar tiritas en el bolso. Yo las prefiero de dibujos llamativos. Una vez tuve unas de caracoles y tortugas moradas, dos de los seres más lentos de la fauna. Nunca se despegaban, incluso sobrevivían a esas duchas interminables antes de ir a la cama, tenía que quitarlas antes de que se fundieran debajo del tobillo. Se podría decir que eran tiritas láser.
Es curioso indagar en los motivos que llevan a querer olvidar algo. El olvido es irreversible, es como vaciar la papelera de reciclaje. ¿Podemos configurarnos con tanta facilidad? ¿Es tan sencillo? Sólo dar un botón y problema resuelto. No, no es simple. Para olvidar hace falta borrar recuerdos, desparpadear los millones de parpadeos previos al parpadeo cero y reciclar latidos, pensamientos y borrar los pasos que nos condujeron al objeto de olvido en cuestión. Todos esos elementos se alzan en la pirámide de un punto de inflexión que responda a un origen completamente relativo y no está en nosotros definirlo.
A estas alturas del proceso acechan numerosas dudas diseñadas por la incertidumbre de no saber si hacemos lo correcto; estas dudas han nacido para testar nuestra capacidad de cohesión y coherencia con los hechos. Pero las emociones son impredecibles y cualquier arrebato de sentimentalismo puede dar al traste con este momento de madurez espontánea. Después de todo, la duda siempre intenta salirse con la suya y no parará hasta despertar un estado de confusión permanente. Ahí es cuando entran en juego la lógica y la fuerza de voluntad, el remedio ante cualquier "no sabe no contesta" y siempre exigimos lo mismo: tiempo.
Tiempo, una vez más, tiempo, siempre está en medio, como si fuera el gurú que tiene las respuestas para todo. Pues siento desilusionaros, el tiempo es sólo un reclamo publicitario para vender más tarjetas de san Valentin o más libros empalagosos que creen lograr el climax tan tracendental y barato que con suerte se transformará en película para las masas. A ser posible en Navidad. Capitalismo literario dominado por vampiros, seres místicos y héroes rebeldes que se niegan a encajar con los patrones de la rectitud. Nos vendemos tan fácil a cambio de autocompasión y conmoción colectiva cuando hace tiempo que el individuo deja de sumar. No existe una causa mayor que haya desembocado en todo este caos, ni existe esa gran respuesta para esa gran pregunta. Sólo estás tú frente a la inmensidad y el miedo a la nada.
Es inevitable que llegue el olvido cuando el tiempo vuela. La pregunta que debemos hacernos es ¿por qué queremos olvidar algo sin precedentes?

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Señora de Bangladesh

El ser humano necesita a alguien que le complique la vida. Nada tiene sentido sin ese elemento. Es una afirmación tan cierta como incoherente y aún así seguimos persiguiendo la paradoja.
Era la mujer kilométrica, kilométricamente remota, oscura; era todo centímetros, miles de centímetros que danzaban en perpendicular tejiendo una red salvavidas, pero el airbag no saltó a tiempo. Y la mujer kilométrica se estiró para tocar el cielo, sus piernas parecían muelles infinitos y se alejó de forma vertiginosa hacia el olvido, pero el vértigo la trajo de vuelta y eclosionó, se camufló en elogios, astuta ella, y eclosionó en un vestido rojo.
Ella es un enigma, una maravilla por descubrir y sólo le importan sus centímetros, esa distancia que no comparte con nadie; ella es un solar, un universo escondido en sueños y puzzles que sólo ella puede descifrar. Su encanto y su talón de Aquiles, pero una vez dentro, puedes ver Troya. Helena, abre las puertas para descubrir su belleza.
La mujer kilométrica ya no danza, vuela, sus centímetros han cogido carrerilla y se han fugado hasta Bangladesh nada menos. Han guardado lo imprescindible y no saben cuándo volverán, no les importa; si tan sólo supieran lo que dejan atrás...Ni un post-it, ni una nota en la nevera, nada, el apartamento está desierto; únicamente ondea un tufo a ganas de comerse el mundo, sin cadenas, sin mirar atrás.
Adiós, mujer kilométrica, desocupa buardillas y deserta promesas que no vas a cumplir. El cielo es tuyo, el mar, las nubes, incluso los peñascos. ¿Ahora qué vas a hacer con el mundo a tus pies?

sábado, 18 de septiembre de 2010

El tamborcillo cojo

Cuando la música deja de sonar ya no quedan ni las mariposas que espantadas revolotean por tanto silencio y los amaneceres pierden todo su encanto ante la huelga de acordeonistas. Y sólo hay pechos vacíos, y no hay unísono, ni dedos atracados en curvas rutinarias, sólo hay un cadáver que respira a duras penas con el propósito  de seguir buscando o dejarse encontrar tan pronto como le sea posible. Pero no quiere ojos inquietos, sólo quiere seguir sonando a pesar de su evidente incapacidad para hacerse oír. Nadie consigue que tiemble el suelo tan bien como ella. Cataclismo, el fin del mundo, y la procesión va por dentro y sólo la acompaña un tamborcillo cojo que procura no rechinar. Siempre da repelus el roce de metal contra metal. Encuentros férreos en la tercera fase, la tercera fase ¿de qué? Ya ni la pianola anima el cotarro. Cambio de ritmo, descenso inminente.
Despegar y despeñarse, dos verbos unidos por un prefijo polivalente no pueden evitar oponerse en una RAE muy caprichosa. Pero guardan más relación de la que nadie cree. El muelle es elástico hasta que deja de serlo y se clava y se convierte en hernia discal , motivo urgente de operación. Preparen las mascarillas.
Ya baja la gorda a sellar el concierto, a espantar a aquellos melómanos que confunden acordes con palabras. La música está repleta de dialectos y si se acaba enmudecemos. No volveremos a hablar hasta que suene la flauta una vez desterradas todas las ratas.
La música es ecléctica y tiene el mal hábito de asociar momentos, nombres, ...nos une, nos embelesa, nos repele y nos vuelve a unir para acabar de separarnos hasta que se reencarna en nuevos acordes y aparecen nuevos rostros listos para formar parte de un tracklist meticulosamente elaborado. Puesta a punto de la gramola antes de zambullirnos en un nuevo caos.
Todos huían del tamborcillo cojo porque chirriaba al andar, pero nadie supo ver la belleza que escondía el tintineo de sus golpes, dos palos que chocaban irritantemente a contratiempo y él sólo quería harmonizar. Pero nadie entiende el complejo mecanismo de una caja metálica que se empeña en hacerse hueco entre la orquesta.

sábado, 28 de agosto de 2010

She comes in the fall

Eras septiembre. Morías en verano, pero el 1 de septiembre renacías, estabas ahí, en alguna esquina, tras alguna puerta mágica y yo debía encontrarla. Eras otoño y primavera, eras el año entero a veces, todo lo que estuviera dispuesta a cederte. Un lustro de rendiciones que culminó en un abrazo ralentizado de esos en los que da tiempo a respirar hondo. Ahora se acerca septiembre y nadie me espera en ninguna esquina concurrida, sólo huyo, del verano, de fantasmas, de todo lo que me atrapa.
Septiembre es transición, cambio de monarca o el momento idóneo para iniciar una encrucijada hacia la anarquía; lo que llegue antes. Treinta días de preguntas, de sorpresas y nuevas incógnitas; la primera pieza del puzzle.
Cuánto ha llovido desde aquel viaje a Lisboa. Antes de ti era otra persona, alguien que no distinguía sonrisas, que no pensaba en las consecuencias de la caída libre. Te convertiste en mi casualidad favorita hasta que el juego dejó de ser divertido y todo cobró realismo. Pero entendi que no serías la única, que habría sucesoras, más hadas embaucadoras que romperían hechizos y acabarían con la pantomima que es soñar.
Ahora descansas con esas hadas. Fabrico fauna y otros universos para desdibujar historias. Collage semipresencial de 365 días, o 500 o 24 años de pares precisos de expiraciones e inhalaciones. El pecho sube y baja por inercia, lo bombean con más grietas y arrugas, pero tiene la habiliadad inaudita de renacer espontáneamente y comienza el reparto de latidos. Vuelta a empezar y la nueva oportunidad rezuma costumbrismo. Yo sólo quería ver el amanecer.
Podrías haber sido la Julieta de las Julietas sin miedo a un suicidio pasional, Verona quedaba atrás y éramos libres de su asedio. Aun así nunca te asomaste al balcón, ni siquiera la puntita de los pies; no adulaste a la luna, ni a las estrellas, me dejaste esperando con los brazos abiertos para cogerte y septiembre cada vez quedaba más remoto.
Hoy duermo en otros colchones y me pregunto si algun día volveremos a chocar. Septiembre es tuyo aunque nunca hubiera luna, ni estrellas, ni encuentros bajo el balcón. Septiembre es tuyo por derecho propio aunque ya no te escriba poemas vomitivos ni crucemos miradas en la biblioteca. Aún veo tu sonrisa desde el otro lado de la calle y el tumulto se dispersa y las hojas vuelven a caer por ti.

*Qué significas cuando hablas
cuando te vuelves metáfora
y cobras mil formas
y adoptas silencio.
Yo sólo puedo ser arlequin
encorbado por el tintineo de los cascabeles
y mi contoneo nunca te atrapa
y mi hélice te circunda con movimientos medidos
y tú sales huyendo en espiral.

28 de agosto

Este año empiezas el cole. Comparte los colores, no intentes resistirte ni marcar "el tuyo", créeme, se dan cuenta y te lo quitan...Y recuerda, si te pegan o se meten contigo, haz lo que hemos hablado y sobrevivirás a los primeros dos años. Después será hora de la charla de los cinco años en la que te enfrentarás a retos más peleagudos. La ley del más fuerte impera, esa o la ley del más desapercibido. No dés mucho jaleo si no quieres ganarte una reputación turbia desde el principio. No te rompas el babi en el primer mes y cuando te digan que te lleves tu juguete favorito un viernes, coge uno pequeño y feo, después tienes que compatirlo con el resto y siempre se rompe algo.
FELIZ CUMPLEAÑOS.

jueves, 12 de agosto de 2010

Agujeros, vacíos y rompeolas

El agujero se abre más y más y arrastra consigo todo tipo de objetos. Del interior sale una luz verde que hipnotiza, no la miréis durante más de un segundo, querréis saber lo que hay dentro. ¿Tendrá fin? ¿Es sólo vacío temporal en el que no existe realidad alternativa ni posibilidad de huir hacia un capítulo más de otro de esos misterios que nunca se revelan? Momento diván con el agujero antes de ceder a la gravedad y caer en plancha sin ningún intento de planear. Un esqueleto cubierto por su cuerpo cayendo a velocidad de humanoide y los dedos arañan el aire como un papel cortado en tiras; inservible, confidencial, descompuesto.
¿Acaso el agujero es la vuelta al orígen? Posición fetal en el sofá antes de decidir, temor ante la posibilidad de volver a rodearnos de placenta y células madre que salvarán la vida a nuestro hermano terminal. Monjas y monaguillos tiemblan de alegría reprimidos. En sus cabezas ondea el deseo de una segunda oportunidad, pero lloran, mucho, a mares, a raudales, ¿de qué? De impotencia, el karma no existe, la reencarnación es un rumor nocivo, una práctica hereje en un mundo acostumbrado a dudar de todo y a escapar de lo "moralmente" incorrecto.
De repente este agujero se les antoja la excusa perfecta para deshacerse de toda la calaña que predica perversión e innumerables actos pecaminosos predispuestos a cabar con todo. Tanto amor, tantos seres y tan sólo una forma adecuada de sentir, de abrazar. ¿Qué hacemos con los invertidos? ¿Será el agujero lo suficientemente grande para los millones de inmorales que se atreven a desafiar la ley única?
Esta noche he sentido el impulso de tirarme de cabeza y callar unas cuantas bocas, complacer al Papa, a las monjas de la caridad y a todos los bienaventurados que "únicamente quieren repartir amor y la palabra del Señor". Esta noche realmente quise zambullirme en la oscuridad, pero al asomarme vi un letrero enorme de neón que decía:
NI DE COÑA.

domingo, 8 de agosto de 2010

El circo

El circo ha vuelto a la ciudad con la promesa clandestina de una nueva huida. Los trapecistas ponen a punto las cuerdas. Es lo que lleva más tiempo puesto que existen cientos de tipos de cuerdas y nudos. Tenemos las cuerdas bien tensadas, cuerdas que se lanzan y nadie las coge, cuerdas que se tensan y se destensan según quien se encuentre en el otro extremo; de ellos depende el control, caída libre o equilibro perpendicular. Y con tanta cuerda se nos olvidó soltarnos del tobillo para no caer de bruces y tropezar con la escalera antes de llegar a lo más alto. Trapecistas, minuciosos manipuladores del aire, un descuido y...¡puf! Calcio en la pista central.
Hacía tiempo que no iba al circo. Echaba de menos a la mujer barbuda y a su séquito de freaks sacados practicamente de una imitación adulterada de Tod Browning. En el circo nada es lo que parece, la realidad no supera a la ficción, ella misma es ficción o puede que realidad distorsionada de uan forma poco convencional. Cuántas veces habré soñado con subirme a esa cuerda y cruzarla hasta que las ampollas ya no salgan sino que se adapten a la horma. Cuántas veces habré soñado con llegar al centro, a lo más alto y saltar con los dedos cruzados para caer justo en toda la red.
También ha vuelto contra todo pronóstico por su avanzada edad, el elefante Fanti acompañado de su nuevo retoño aspirante a recoger el relevo de sus padres mastodónticos. De la ilusión cre que he visto a Alf camuflado entre las caravanas comiendo nachos con queso ya fundido de tanto calor. Me encanta el circo y la pretensión que le acompaña.  Todos sabemos cómo camuflarnos entre el público y fingir que el espectáculo no va con nosotros; no obstante, estamos expectantes por ver el truco final: el aro de fuego o la ruleta rusa. Todo vale para clavarse en la retina. Todo vale mientras el juego sea legítimo para alguien. Es hartamente difícil acertar con la medida idónea de azar.
El circo ha vuelto a la ciudad y me he dejado apresar por sus falacias una vez más. Error de principiante que no acaba de solventarse. Maremoto, eso eres, un maremoto u otra catástrofe de daños colaterales similares.
Todo está listo para el estreno, la gran función, la misma que ha de repetirse periódicamente y aún sigo sin cogerle el tranquillo.
Llega el truco final, el gran maestro lo anuncia a grito pelao: pasen y vean la estupidez en estado puro. En un rincón, con tan sólo 2 neuronas, el amante encadenado. En el otro rincón con 4 neuronas y una lengua viperina demasiado zalamera, la zorra de su ama.¿Quieren ver una lucha sangrienta? La suerte está echada, liberadlos de sus cadenas.

miércoles, 30 de junio de 2010

Granada

Sólo Granada podría ser capaz de convertir una vieja estación de autobuses en un gimnasio elitista que rezuma ostentosidad. Granada, la ciudad de las esquinas azarosas que lo dejan todo al encontronazo -"ve con cuidado cuando dobles las esquinas..." - Y a pesar del alto índice de colisiones nunca me topé contigo. Después de todo, Granada no era la cuna de la casualidad sino una recompensa a largo plazo.
Ganas de inventar y oportunidades para hacerlo fueron suficientes para llevarme alguna que otra sonrisa. Lírica casera que salió del armario para agarrar un micrófono; viejos fantasmas que dejaron de acechar y una comparación odiosa que brotaba de vez en cuando: ¿clasicismo o libertinaje?Dos ciudades, dos momentos únicos y sigo sin poder elegir. ¿Calixto y Melibea o García Lorca, Anaya o el paseo de los tristes, Perroflauta o perroflautas? Qué gran dilema.Tantos momentos y sigo atrapada en dos catedrales.
Y ahora toca decir adiós una vez más; la estancia fue breve pero productiva. En una especie de metamorfosis me  niego a creer que nada haya cambiado, que todo siga igual, quizá nunca me haya sentido tan dispersa , pero nunca más optimista. Ante la llegada inminente de una nueva etapa el recelo y la incertidumbre han vuelto a forrar los sueños con el tejido fosco de la duda, pero estoy lista. No me dejaré llevar por el círculo vicioso del vaticinio.
No pienso en un futuro con o sin nadie, el verano da un descanso a las neuronas y la mente se queda en blanco, fluye en todos sus lóbulos  y cierra por vacaciones. Hoy sólo te digo adiós sin ser consciente aún de lo que un adiós significa, siempre los entiendo a largo plazo, y hago maletas para volver a casa y deshacerlas para volver a hacerlas con suerte y descubrir que hay más esquinas que aún no he marcado. Cuatro visitas a la Alhambra y ninguna de ellas por la noche, me voy con la curiosidad. Ya tengo un motivo para repetir. Hasta luego.

viernes, 28 de mayo de 2010

Última reflexión

Pensando en el amor verdadero, o amor en general y otras mierdas que surgen a las dos de la mañana he llegado a la conclusion de que todo es cuestión de geografía, en la gran mayoría de los casos, es cuestión de geografía. Vivimos en un sitio, conocemos a alguien, frecuentamos el mismo ambiente, nos fijamos en su ropa, en si fuma, si no, si huele bien o a rancio..y "uohh, surge". Pero ¿qué ocurriría si vivisiémos en otra ciudad, en otro país? ¿Sería entonces nuestra media naranja china, sueca o de Almendralejo? Podríamos hacer un estudio descriptivo o incluso prescriptivo y aún así no obtendríamos resultados feacientes. aunque si existe una tesis sobre las letras de las canciones de los Beatles...what the hell, why not?
El sujeto A se ha sometido voluntariamente al interrogatorio del que obtuvimos que conoció al sujeto B en X, el lugar de residencia de ambos. Admitió haber mantenido contacto con otros sujetos de otras localidades, pero no prosperó. I mediatamente preguntamos "¿por qué?" y esto fue lo que nos respondió: las relaciones a distancia son difíciles.
El sujeto C se ha sometido voluntariamente al interrogatorio del que obtuvimos que ha conocido a varios sujetos, ninguno de ellos residente en su misma localidad. Ante la pregunta "¿algún motivo en especial?" ésta fue su respuesta: el amor no entiende de procedencia, etnia o edad. La distancia entorpece no imposibilita.
Éstos son los resultados, obtengan pues las conclusiones.

La importancia de un monosílabo

Hoy voy a hablaros de la importancia de un monosílabo y de cómo dos letras pueden cambiarlo todo. La importancia de un monosílabo viene determinada por la intencionalidad nula (NO) y o plena (SÍ). El quizá no se contempla. quedan excluidos bisílabos, trisílabos y otros ílabos. "¿Tienes hora? ¿Me prestas "Yesterday y Mañana"?" Monosílabos, en numerosas ocasiones seguidas de explicaciones o excusas irrelevantes. Monosílabos, los fundadores del lenguaje, de signos, una mirada, un guiño...la diferencia entre la nulidad (NO) y la plenitud (SÍ). Tú me nulas y yo te plenitullo, plenitúlleme para que yo te nule o te plenitulla según el diámetro de tu sonrisa.
El mundo se mueve por pequeños gestos que tejen casualidades, que unen caminos que nulan y plenitullen a individuos que se aferran a una palabra prácticamente nimia. "¿Te vas tan pronto? ¿Volverás mañana?" Ojos que se esquivan ante la tentativa de mentir y salir del paso; la nulidad es evidente. "¿Volveremos a vernos?" Mirada al suelo, pequeños golpes con el zapato y un apretón de manos casi de refilón. Nulidad absoluta.
En algunas ocaciones, el miedo al monosílabo, a lo que significa paraliza, aturde, incluso atrofia las facultades mentales y tiene lugar una lucha a vida o muerte entre un SÍ alentador que se tiñe con la sombra volcánica de un PERO siempre sacado de contexto. "¿Te apetece ir al cine? Sí...pero esa ya la he visto" "¿Quieres tomar un café? Sí...pero es que acabo de hacerme las uñas" "¿Quieres volvar cometas y dejarnos arrastrar por el viento? Sí..pero no contigo."
"Sí pero no". ¿Por qué no un NO directamente, un NO rotundo escrito en letras de neón rosa y verde? La sinceridad no es brusquedad si se trata con cuidado, con tacto.
¿Cuánta importancia tiene un monosílabo? Muy simple: equivalente al peso de la pregunta y dependiente de las expectativas puestas en la respuesta.
¿Me plenitulles?

Cuando se pone el punto

Es curioso volver cuando todo ha cambiado, retroceder y ver que nada es como antes. Dónde estabas y dónde estás. No es nostalgia, es...raro, sí, raro es la mejor forma de defirnirlo y evitar elucubraciones de parrafadas interminables que lo dirán todo o creerán haberlo dicho y sonarán bien porque cierran con una frase contundente y sucinta como tienen que ser los finales con ese punto y final que desmiembra el folio. Y la pluma quiere seguir escribiendo, pero una vez puesto el punto ya no hay vuelta atrás.

sábado, 8 de mayo de 2010

En mi álbum de recuerdos

Deshojando neuronas me quedé con dos, una agresiva y otra pasiva. Desde entonces comenzó una lucha carnal para no sucumbir a la bipolaridad. Ante la imposibilidad de conseguir una estabilidad más o menos permanente decidi guardar un álbum de recuerdos y entes que solían desgarrarse las cuerdas vocales afirmando y reafirmando hasta la saciedad que una vez pertenecieron a horas de clarividencia, a horas más familiares e íntimas. Llevo el álbum conmigo en todo momento por si coincido en alguna esquina con alguno de estos entes; evitar la incomodidad mutua de no recordar. Ayer casi olvido a mi primo, me vi en la obligación de hojear el álbum para comprobar que efectivamente era él, subido en su moto con un casco que ocultaba todo atisbo de personalidad, pero los ojos eran inconfundibles.
Llegados a este punto decidi fundir recuerdos, entremezclarlos para ver si así conseguía alterar el original, transformarlo en lo que realmente debería haber ocurrido, pero es dificil modelar recuerdos, siempre se escapa alguna imagen que distorsiona la secuencia. Por eso dejé de hacerlo, los acogí tal y como acontecieron, ni un matiz más ni una mano menos.
Vivo con la incertidumbre de poder reconocer, de identificar a todos los elementos que cronológicamente se asentaron en estas páginas y proclaman seguir un órden. Vivo con el temor de encontrarte un día y no ser capaz de reconocerte y a ti no te importa y bajas la mirada y desapareces en conversaciones rutinarias con acompañantes que desconozco, aliviada, tensa, y yo me quedo absorta en una sombra tan familiar, tan cotidiana, pero se desvanece y ya es demasiado tarde para abrir el álbum.

domingo, 18 de abril de 2010

Fernanda

Buenos días, Fernanda



son las cuatro en mi hemisferio


y su corazón late con retraso


sincronícelo con el mío


para llegar a la vez


que los latidos no son válidos


una vez arrojados al abismo.


Querida Fernanda


Su té se enfría si no se apresura


a decir mi nombre


claro


más alto


no es audible entre tanta gente.


Sólo somos usted y yo


en el inmenso desconocimiento


de conocernos.


No sea tímida,


estimada Fernanda,


le he traído peces tropicales para romper el hielo


y no tener que hablar del tiempo


es tan impersonal.


Mi querida Fernanda


no se asuste si de cuando en cuando


la miro sin ningún otro afán


que el del embelesamiento


nunca he sabido muy bien cómo actuar


cuando el rubor es evidente.


Sin más dilación me despido cordialmente


mientras zarpa más allá de mis retinas


y mis manos sólo pueden permanecer ocultas en los bolsillos


el baúl multiusos en estos últimos días.


Que tenga buen viaje.


No se pierda entre la niebla.


PD. No olvide dar de comer a los peces.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Sobre gustos sí hay algo escrito

Como te prometi, aqui tienes tu dedicatoria, Sargento Buffey. Gracias por la inspiración en esas noches de confabulación antes del toque de queda (anhqv)  xD

¿Quién dice que sobre gustos no hay nada escrito? Eso es una afirmación poco precisa. No hay leyes, cierto, no hay fórmulas ni convenciones, también cierto, pero hay imtereses, preferencias, inclinaciones y antojos que no deben ser ignorados si no se quiere caer en un estado de apatía permanente. Por esta razón, hoy he decidido romper el molde, demitificar el tabú y escribir sobre eso, sobre gustos, desmontarlos, restarles importancia o darles la justa y necesaria.
Yo sigo ciertos patrones para mis gustos. Me rigo por lo intangible, lo enrebesado, confuso y retorcido. Me gusta lo raro, lo dificil, todo aquello por lo que merece la pena hacer el esfuerzo aunque no haya recompensa aparente. Hoy escribiré sobre gustos, sobre los míos al menos, para demostrar que la introspección se puede extrapolar a asuntos en apariencia únicos, pero comunes en orígen. Mi orígen eres tú, fuiste tú, serás tú, o ella, u otra o quizá ninguna. Pertenezco a mí, a nadie, a la incertidumbre más bien, a la ilusión de volar con cada silueta que se perfila en pestañas diferentes, en palabras repetitivas, pero dichas de manera distinta. Todas hablais tan bien a pesar de todo lo que callais. Es prácticamente imposible no caer cuando la catársis llama a tu puerta y ella te reclama con promesas infundadas, te alimenta hasta presentarse sin avisar en tus horas de aburrimiento y el monopolio deja de ser una utopía a largo plazo y toca volver a reconstruirse después de la catástrofe.
Hoy escribiré sobre el gusto adictivo del NO, sobre la negativa de una propuesta en parte egoísta, pero es egoismo del bueno, de ese que se comparte sin saber cuando no hay nada que perder. Escribo sobre el placer de mentir descaradamente, n mentiras piadosas o malintencionadas, sólo mentir en términos generales. Aceptamos omitir información como sinónimo contextual, ya que la falta de información repercute en actividades tan cotidianas como devolver un saludo cuando el impulso de canibalismo es casi incontrolable. Escribo sobre el gusto de darse con un canto en los dientes, sobre el gusto de no contar cosas ñoñas hasta encontrar a alguien que las escuche sin ayuda de insulina; escribo sobre damas en apuros que no quieren ser rescatadas, no por mi al menos, no tengo un flamante corcel, pero ¿quién tiene hoy en día una cochera acondicionada  para ello? Por no hablar de los dilemas al aparcar.
Y para gustos colores. Los míos son azules (blue, bleu, azurri...), blancos-transitorios, negros, rojizos,...una gama tan amplia de pequeñeces que el TODO queda ensombrecido ligeramente cuando el foco apunta hacia otra dirección. Son gustos abstractos, muy claros, a veces, tercos, incoherentes, intransigentes, son contradictorios, indefensos y, en ocasiones, multitudinarios. Mis gustos son manos que se esconden debajo de la mesa, miradas, paseos con el mp3 apunto de estallar mientras la ciudad anochece distinta a la vez anterior y mañana anochecerá disfrazada de similitud, pero no podrá engañarme.
Escribo sobre el impuslo de estampar el despertador contra la pared cada lunes y la sensación cálida de enrollarse entre las sábanas y sonreír porque "mañana es sábado".
Hoy escribiré sobre gustos, placeres, deseos, todo lo que se me ocurra en los próximos cinco minutos, pero ante todo, escribiré sobre el gusto de ser uno mismo cuando el resto del universo canfabula estrategias nucleares para redicirte al mínimo.

*Mi versión minimalista en su más puro estado de embriaguez, declara que los alucinógenos no tuvieron nada que ver cuando creyó divisar un elefante azul en relieve incrustado en la fachada del Museo del Prado. No sufrió violencia policial, pero sí una mala resaca. 

Periódicos: ese pájaro de mal agüero

Esta mañana, ojeando el periódico, encontré por casualidad tu obituario y me pregunté cómo en diez años pudimos abandonarnos tanto. De repente, apareciste, no tú exactamente, sino tu versión tergiversada de hace veinte años, según mi perspectiva y volvi a entristecerme. Creo que no iré a tu entierro por temor a no saber muy bien qué decir. Visionar el momento del reencuentro frente a una caja de madera supongo que no es la reunión más idónea. Pero tomar un café suena de lo más inoportuno y temo que no estarás libre para cenar.
¿Qué decirte con los ojos cerrados cuando todo alrededor es congoja? Yo así no me concentro. ¿Cómo llorar? ¿Qué balbucear con la mano en el corazón y la cara contraída cuando ya hace demasiado tiempo que eras sombras? Lógicamente, siento muchísimo tu pérdida. Es una verdadera tragedia, para tu familia y amigos, para ti incluso mayor. No iré a tu entierro, no, pero mañana mismo te llevaré un ramo de flores y te contemplaré en silencio con una de esas charlas telepáticas tan trascendentales, mientras poco a poco soy consciente de que diez años no es una distancia insalvable si consigues aferrarte a un segundo de majestuosidad.
"Nunca olvidaré nuestro primer segundo". Logro al fin decir en voz alta y coloco con cuidado cada una de las flores que elegi sin reparar en preferencias, pero tú eras más de cardos.

Tarde en la estación

Te espero en la estación con ganas de verte, pero aparecerás disfrazada y no  podré ocultar mi rostro de decepción al no reconocerte y confundirte con otra, pero de igual modo, me levantaré del asiento y accederé a acompañarte mientras me hablas y pretendo prestar atención a tu alterego. Buena tarde ésta de domingo. Comamos un gofre y volemos cometas antes de desvanecernos en miradas ajenas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Kirk Cornan

Kirk Cornan es el superhéroe de moda. Todos quieren ser como Kirk Cornan. Dondequiera que va le acompañan pancartas, zepelines de neón  y admiradores enloquecidos que suspiran por un segundo de atención, o simplemente envidian las ventajas aparentes que tiene escapar de lo convencional. La humildad forzada característica de todos los seres sobrenaturales. "Sólo quiero ser nomal". "Ojalá no tuviera la fuerza de levantar aeronaves o aplastar vehículos aparcados en la calzada".
No creáis, el caso de Kirk Cornan era distinto. Su poder podría tacharse de común, incluso ordinario: tenía una fuerza sobrenatural.  Vaya novedad, ¿verdad? No obstante esa superfuerza venía con una gran tara:  Kirk Cornan era agorafóbico y cada vez que escuchaba una llamada de auxilio se le descomponía el rostro. Era todo un cuadro.  El proceso era el siguiente: se oía un grito de socorro y comenzaba a temblar de forma incontrolada, como espasmos. Empezaban los sudores, veía la inminente salida al exterior y las paredes se iban acercando como un gran abrazo de cemento y gotelé pasado. Cerraba los ojos para intentar reponerse, para evitar empastillarse, porque, seamos sinceros, ña medicación le producía una falta de atención terrible. Por suerte había logrado recucir las dosis a la mitad, pero aun así, en los cambios de estación siempre tenía alguna que otra crisis. Asistió durante unos meses a terapia, pero encontraron más traumas de los recomendados para un principiante y aclamado superhéroe y decidió ir poco a poco. Se centraría en resolver dichos traumas de uno en uno, no hay que abarcar mucho. No quería ser como una de esas personas que empiezan a leer cinco libros al mismo tiempo y luego no se enteran de nada y mezclan historias y personajes y acaban aburriéndose y diciendo "Pues no entiendo por qué le han dado a éste tantos premios". Sí, mejor ir poco a poco, primero ese pequeño inconveniente de no poder salir a la calle, después ya se verá.
En cuanto a los momentos de intimidad, Kirk Cornan tenía ciertas dificultades. ¿Cómo decirlo delicadamente? No funcionaba. Con tan sólo una mirada despreocupada, las féminas caían rendidas a sus pies; esperaban encontrarse con un galán, un casanova, un semental. Cual era su decepción cuando se topaban con un joven imberbe, tímido. de piel láctea y con antifaz, porque recordemos, no podía revelar su verdadera identidad, que ni siquiera podía desabrochar un sujetador. Ellas, con la comprensión impersonal pero diplomática entre dos desconocidos, volvían a casa incrédulas y en parte escandalizadas por lo violento y ridículo de la situación.
Pero problemas sexuales aparte, aún no tocaba hacerles frente, Kirk Cornan era un tipo ejemplar con una moral inquebrantable propia de los grandes. Ayudaba a todo y a todos, desde un gato atrincherado en las ramas de un árbol, hasta niños perdidos, mujeres indefensas. Era el terror de los ladrones, y, por una vez en mucho tiempo,  la ciudad de Némulus podía dormir tranquila bajo la vigilancia de Kirk Cornan, "el pichafloja"...perdón, perdón, me dejé llevar por rimas fáciles...reformulo. Y por una vez en mucho tiempo, la ciudad de Némulus podía dormir tranquila bajo la vigilancia de Kirk Cornan, el superhéroe humanizado.

sábado, 13 de febrero de 2010

Reflexión pre-crisis

Escribo en el intento de rescatarme, de encontrarme entre tanta inmensidad a sabiendas de que sólo soy un puntito que se difuninará en ráfagas de minutos, vendabal cronológico que ha de asediar músculos, huesos y facultades mentales. Por eso escribo, para no olvidarme, para no perderme, para salvarme del yugo del conformismo y la certera realidad . Escribo para reencarnarme en historias que claman ser independientes de la mía; soy un reno gay, un psicólogo demasiado involucrado, un niño que quiere volar y otro a punto de morir de amor, soy jodidamente enrevesada cuando la ocasión se presenta. Nunca logrará entenderme, ni siquiera lo intentó.
Y ahora sin más dilación vuelvo al agujero que abandono de vez en cuando para descubrir que el oxígeno no siempre revitaliza. Estoy tan a gusto en mi espiral que me cuesta ver más allá de las naúseas y las ganas terribles de zigzaguear. Y a ti, gracias por abrirme los ojos aunque estemos en polos opuestos y no pueda darte lo que esperas.

lunes, 25 de enero de 2010

Tormenta de arena

Llegó la tormenta de arena y les pilló deborándose. Decidieron inmortalizarse antes de que la espiral les atrapase para siempre, no querían desintegrarse tan pronto; no permitirían que los círculos les empujasen hacia extremos opuestos, engullían centímetros a velocidades indigestas, todo espacio era demasiado, cada grieta, cada curva que no encajaba con la opuesta era una debilidad que la tormenta no perdonaría si no se tapaba a tiempo.
Cerraron sus ojos para conocerse aún mejor, para imaginar otro mundo más allá de este caos, de palabras que pretenden volar tan rápido como el viento les deje, sin preocuparse de mensajes embotellados ni emociones escondidas en miradas que nunca revelarán la verdad y nunca se alegraron tanto de haberse encontrado en aquel supermercado. Desde aquel momento, la salsa de soja se había convertido el el nexo perfecto de unión. Ahora, con un final tan inminente, sus manos no paraban de recorrerse, de reconocerse, de obnubilarse, de deleitarse con la perfecta imperfección del ser predestinado a estar enfrente. Y el tiempo se les quedó corto, todo les supo a poco cuando justo habían empezado a volar.
De repente, calló un tejado que les pasó tan de cerca que tuvieron que agacharse y el fin se hizo palpable. Cada gota de surdor, cada lágrima que se desintegraba como dientes de león, las aproximaba irremediablemente hacia el precipicio, pero no podían soltarse, no acabaría tan facilmente, no sin antes hacer un último esfuerzo de pertenerse una vez más.
Y la sangre se convirtió en el telón de fondo, el perfume que impregnaba el atrezzo de dos fuguras que no estaban listas para el cuarto acto. Pero la tormenta de arena se ha propuesto enterrarlas y no ofrece tregua, ha marcado las reglas de un juego que todos prefieren no conocer, pero no queda más. Cuando el caos te reta sólo puedes enloquecer en pequeñas dosis para intentar descomponerte lo más lento posible con la promesa de renacer y reencarnarnos en otros ojos más afortunados, pero la religión no atiende a últimos deseos.
Dos corazones se han propuesto latir para siempre y se envían telegramas escritos en palpitaciones irregulares, los pechos son como timbales acolchados que vibran con cada inhalación y el aire nunca llega a salir, no puede abandonar esos cuerpos porque necesitan volar, ahora más que nunca necesitan desanclarse del cemento pero llevan consigo misgas de pan por si el viaje les conduce a mundos que traspasan las fronteras inquebrantables de lo estipulado por ley.
Dos cuerpos conocen su destino y a pesar de todo, aman cada hilo que les mantiene colgando. El mecano anatómico indescifrable que tan sólo dos ojos igual de ciegos pueden llegar a comprender. La tormenta cesó y dejaron de volar vacas y tejados y de aquellas dos ilusas enamoradas sólo quedó calcio platónico y dos calaveras mirando en la misma dirección.

viernes, 22 de enero de 2010

Testimonios extraídos de entrevistas clandestinas

Bienvenidos a los entresijos de un ser que no pudo encontrar su lugar. Tenía tal trastorno de personalidad que nunca llegué a diferenciar ninguno de sus alteregos. Es más, me fue imposible averiguar la verdadera identidad del individuo. De ahora en adelante le llamaré Óscar. Tras diez años de una relación estrecha y en numerosas ocasiones tortuosa, he decidido, no sin reservas, hacer públicas algunas de las conversaciones que mantuve con Óscar, o lo que afirmaba ser Óscar, en la más absoluta confidencialidad de divanes preconcebidos y ventanas que no cambian su paisaje y se dejan invadir por ojos que no tienen muy claro dónde mirar. Quizá he esperado demasiado tiempo y esta idea vanguardista ha perdido su propósito inicial y el proyecto innovador que prometía un cambio se ha perdido entre el tumulto de la soberbia de cualquier pionero y ha dejado paso al rubor del fracaso. O quizá todo ha sido una estratagema minuciosamente planeada para homenajear a un alma contenida en demasiados recipientes y ahogada por cada uno de ellos.
Continúa en mi otro blog...