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martes, 29 de diciembre de 2009

Tipi, el reno bucanero (parte 2)

Llegó el 24 de diciembre y todo era caos, como de costumbre: juguetes que necesitaban retoques de última hora, el trineo nunca estaba lo suficientemente limpio, las dificultades de Papá Noel para entrar en su traje...Todos estaban alterados, todos excepto Rudolph, el reno de cerebro minísculo que no veía más allá del parpadeo intermitente de esa nariz ridícula que como era habitual, horas antes de partir para el reparto de juguetes, se encontraba aislado en su establo provisto de la mejor hierba de la región y agua fresca del glacial más cercano. Le esperaba un largo y duro viaje y o debía ser molestado. Pero Tipi conocía el recinto como la palma de su mano, sabía los escondites perfectos y los recursos para acceder al reno en plamitas. No obstante, no podía evitar sentir confusión y cierta nostalgia al volver después de tanto tiempo.
Abrió la puerta del establo y allí estaba Rudolph, boquiabierto y paralizado por la impresión.
--Ha pasado mucho tiempo, Tipi.
--Lo sé. Concretamente 10 años, naricitas.
--¿A qué has venido? Lo último que supe de ti es que te habías fugado con los Reyes Magos. Nadie he recibido noticias tuyas, incluso tus padres perdieron toda esperanza de volver a verte. ¿Por qué has vuelto? ¿Por qué?
--Déjate de tanta preguntita, ¿Vale? Como si te importara...
--¡Claro que me importa!
--¡Basta! Además, no hay tiempo para estas formalidades. He venido a impedir que lideres el trineo de los sueños este año. no puedo consentirlo.
--Me temo que eso no depende de ti. Hace ya mucho tiempo que perdiste todo derecho sobre mí. Y ahora, si no es mucho pedir, quiero que te vayas por dónde has veido y desaparezcas de nuevo. Al parecer, se te da de vicio.
--Sabes tan bien como yo que no pueod hacer eso.
Entonces Tipi sacó su sable plateado, el mismo sable con el que se convirtió en el mejor secuestrador de pingüinos del continente y amenazó a rodolph con él sacándolo del establo y obligandole a subir al tejado de Industrias Noel.
--Noelianos, este año la Navidad será distinta.
Todos los noelianos, intrigados por el escándalo salieron de ss casas para ver qué ocurría. De inmediato, el reno-topo de Papá Noel fue a informarle de la situación y éste, al ver que se trataba de Tipi, se levantó sobresaltado y con una gran preocupación en sus ojos. "Oh, Tipi, ¿Qué vas a hacer?" pensó y salió sin perder ni un segundo más hacia el lugar.
Mientras tanto, Tipi y Rudolph, continuaban con la conversación pendiente que inicaron en el establo.
--Diez años, Tipi, diez años sin dar señales de vida, ni una carta, una llamada, nada. ¿Cómo crees que me he sentido todo este tiempo?
--¿Tú? ¿Y cómo crees que me he sentido yo? ¿Acaso crees que fue fácil para mi abandonar mi hogar, mi familia, mis amigos para secuestrar pingüinos para venderlos y facilitar adopciones ilegales? ¿Crees que me disfrutaba con ese estilo de vida? No me quedó otra opción, Rudolph, me echaron. ¿Qué se supone que iba a hacer?
--Quedarte, imbécil. Sabes muy bien que no tenías por qué haberte marchado, pero tu estúpido orgullo...
--¿Mi estúpido orgullo? Ya veo, todo fue por mi estúpido orgullo, ¿verdad? No Rudolph, yo no sería un cobarde como tú. Auquella noche...
Papá Noel llega al lugar y de repente ve a los dos renos subiros en lo alto del tejado. En ese momento supo lo que iba a ocurrir y a qué había venido.
--¡No! Tipi, por favor, baja del tejado, hijo. Hablaremos aqui abajo.
--¿Hijo? Aún tienes la osadía de llamarme hijo después de todo.
--Vamos, Tipi, sé que aquella noche fui injusto contigo, no me porté como era debido y me arrepiento, no sabes cuánto me arrepetiento, pero he cambiado, todo es muy distinto ahora. Hijo, no tienes ni idea de cuánto te he echado de menos.
Faltaban cuatro horas para la media noche y la Navidad peligraba. Todos estaban asustados por los impulsos violentos de Tipi, era imprevisible y el reno de oro corría peligro.
--Ahora has cambiado. Ahora has cambiado, ¿verdad? ¿Y por qué será que no te creo?
--Hijo, de verdad, en cuanto te perdi supe que había cometido un error, el más grande.
--Me conmueves, "padre"--dirigiéndose a los noelianos--¿Que´réis saber la verdad? ¿Queréis saber qué tipo de persona es vuestro "Padre"? Pues aqui va. Hace diez años, en una noche como ésta, acudi a Papa Noel para que me ayudase con algunas cuestiones...¿Cómo decirlo?..Delicadas, sí, algunas cuestiones delicadas.
--Tipi...
--No, no, tranquilo, "padre", deje que escuchen la historia, es fascinante. Como decía, esa noche fui al despacho de Papá Noel para que me ayudase con algunas cuestiones. ¿Qué cuestiones, os preguntaréis? Muy bien, resulta que hace 10 años me ocurrió lo mejor que a nadie le puede ocurrir: me enamoré, pero mi amor no era convencional, por´decirlo de algun modo. Me enamoré de otro reno. Del reno con nariza de neón, el mismo reno que se encuentra a mi lado ahora mismo. estaba emocionado, él tambien me amaba y queríamos la bendición de Papá Noel, pero todo lo que recibi fue rechazo y un precioso ultimatum: "o te olvidas de esta insensatez ahora mismo y ocupas tu lugar como líder del trineo o desaparece de aqui y no vuelvas nunca". Yo, desconcertado miré a mi amado para encontrar alguna respuesta, pero él agachó la cabeza y no dijo palabra. Entonces me fui esa misma noche.
--Si tan doloroso fue para tií, ¿por qué has vuelto?-preguntó Rudolph.
--He vuelto porque ya no soy aquel reno asustadizo de hace diez años, he vuelto porque quiero reclamar lo que por derecho me corresponde. Yo era el elegido, el que debía conducir el trineo y me lo arrebataron. Dirigiéndose a Rudolph--y tú me mentiste. Todo fue una farsa después de todo.
--Eso no es cierto, Tipi. Nunca he dejado de pensar en ti en todo este tiempo. No sabía si estabas vivo, muerto, ...nada. Si quieres matarme, adelante, pero no quiero pasar otros diez años sin ti.
Sorprendido por las palabras de Rudolph, Tipi bajó el sable y se acercó lentamente al reno de nariz brillante y después de diez años, sus narices volvieron a tocarse como la primera vez. Los noelianos, conmovidos por la historia, aplaudireon y recriminaron a Papá Noel por su actitud: "Tipi, bucanero, lidera el trineo. Tipi, bucanero, lidera el trineo". Calmando a la multitud Papá Noel consiguió decir unas palabras.
--Hijos mios, venid aqui, por favor. Nunca debi haber impedido vuestro amor, ni mucho menos desterrarte, Tipi. Estaba ciego y entiendo que nunca quieras perdonarme. Pero, ahora me gustaría intentar recompensarte por mi estupidez y sería para mí un orgullo si aceptaras ocupar el puesto que siempre te ha correspondido.
--Lo haré con una única condición. Que Rudolph, vaya siempre a mi lado y lideremos el trineo juntos.
--Así se hará hijo, así se hará.
Como prometió Papá Noel, esa misma noche los dos renos lideraron el trineo de los sueños, y lograron repartir todos los jugutes a tiempo. Tipi y Rudolph liderarían el trineo durante varias décadas más hasta que les llegó la hora de su jubilación y se trasladaron a una cabaña de las montañas, donde dedicarían los últimos años de sus vidas rescatando y acogiendo a pingüinos desamparados hasta el día de su muerte, pero no nos dejaron del todo.
Dicen que cada noche de Navidad, se puede ver en el cielo a dos renos de nariz brillante. Es sólo un instante, y no todos pueden verlos, sólo aquellos afortunados que están a punto de enamorarse. Asique ya sabéis, si un día miráis al cielo y véis dos narices relucientes, sonreid y preparad el muérdago porque sois los siguientes.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Tipi, el reno bucanero (parte 1)

Esta es la historia de Tipi el reno más estrambótico de todo el círculo polar. Vino al mundo en una noche plagada de pequeñas catástrofes que elaboraron sin saberlo la anécdota más entrañable que habría podido imaginar. Sus padres, Rolo y Cenea, empleados fieles de Papá Noel, esperaban que su hijo siguiese sus mismos pasos y con suerte, algún llegara a liderar el gran trineo de los sueños. Pero no sabían que Tipi, el reno bucanero, seguiría un camino bien distinto.
Educado en las mejores escuelas del ártico, tuvo una infancia ejemplar, destacaba en todo lo que hacía y trabajaba duro, muy duro, pero todo intento se veía ensombrecido por Rudolph, ese reno de nariz roja que obnubilaba a todos con su ternura vomitiva. Fuese adonde fuese, ahí estaba Rudolph con esa sonrisa pegada con locktite y esos ojos grandes que parecían mirar siempre al horizonte. El reno bucólico que parecía haber caido en gracia y había relegado a Tipi a un tedioso y desquiciante segundo plano. Esto le produjo cierto resquemor, y la rabia se fue acumulando dando su vida un giro radical.
Al alcanzar la madurez renal, Tipi había rechazado todos los valores inculcados por la sociedad polar, por eso cuando Papá Noel lo llamó a sus filas se negó; no sucumbiría a una vida de conformismo y simplicidad. No seguiría las órdenes de Rudolph ni se conformaría con ser uno más del montón. Y tuvo que huir. Dado que sólo había sido educado para empujar trineos, se construyó uno propio y se dedicó a secuestrar pingüinos a cambio de obsequios brillantes. Intentó, en vano, reclutar a algunos duendes fabrica-juguetes de la sección de devoluciones, pero Papá Noel tiene unos contratos vinculantes practicamente irrevocables.
Se acercaba la Navidad, la peor época del año para Tipi, y asqueado con el mundo, saltó desde lo alto de una colina para poner fin a su mísera existencia con tan mala suerte de estamparse contra una pila de peluches defectuosos. Entonces Tipi lo vio claro, había tocado fondo, pero era hora de recuperar su vida. Él no había nacido para secuestrar pingüinos, él era un reno, descendiente de los mejores renos nunca vistos y haría justicia a su linaje. Tenía una cuenta pendiente con Rudolph.

martes, 22 de diciembre de 2009

Extremos

Somos extremos opuestos
que han decidido converger
y el roce de los hemisferios
ha profanado tangos andresianos.
Siente el contoneo
mira la curva perfecta
de dos variables anónimas
y aplaude la perfecta ejecución de su baile
mañana estarán muertos
sólo tus retinas pueden salvarlos.
El número de pisotones aumenta por segundos
tan pronto los pies se sincronizan con las palpitaciones
y manos y cuerpo emprenden el camino
hacia los albores de la armonía.
Pero mi extremo y el tuyo
dejan de ser compatibles
en cuanto el suelo se olvida de temblar.
y tu hemisferio colisiona
contra otro continente.
Entonces ocurre
miradas que se bifurcan
dedos que se esquivan
y esos dos cuerpos que electrizaban la atmósfera
se transforman en troncos arrítmicos
que se repelen.
Bravo, mis queridos títeres
bienvenidos al inhóspito universo
de las despedidas sin preaviso.
Fue un placer bailar un lento
antes de olvidarte.
Me habría gustado bailar un lento
antes de olvidarte.


domingo, 13 de diciembre de 2009

Mortadela biónica, sueños recurrentes y otras armas de destrucción masiva

En las noches de aburrimiento soberano aflora la sensación inquietante de dejarse llevar y descubro que el suicidio colectivo no es tan mala opción después de todo. El brevaje está en proceso, el refrigerio perfecto: mortadela biónica sazonada con pimienta verde empalada en pan de molde mohoso que servirá de edredón provisional, mientras que en la nevera, aguarda con impaciencia el elixir que deberá transportarme al olvido; el colocón supremo maquillado de brotes esquizofrénicos de conformismo.
Con las manos en los bolsillos y la mente puesta en vitrocerámicas de papel maché, lentamente herviré pensamientos, calentaré ideas que se enfriarán en horas diseñadas para perderse en instantes intermitentes de arrebatos programados. Todo estará en calma mientras el monstruo asuste. Cuento sus alaridos y ya ascienden a cuarenta; cuarenta por minuto y las cuerdas vocales se mantienen intactas.
Colocada de palpitaciones y corazonadas, decido encerrarme en mi laboratorio de catástrofes particulares y repaso uno a uno los puntos a favor y en contra para fabricar sueños recurrentes y otras armas de destrucción masiva. Por fin he dado con la receta y los ingredientes perfectos:500 gramos de ingenio, un litro de líquido ocular, un kilo de imágenes restrospectivas y una pizca de deseo molido, todo ello triturado con la más abosoluta determinación de encontrar esa vuelta de tuerca que debería marcar el punto de inflexión. Pero, ¿qué punto de inflexión? ¿Qué hay que inflexionar cuando la línea es tan perfecta?
He escondido los espejos para evitar miradas impertinentes, miradas inquisitivas que se creen con derecho de campar a sus anchas en un rostro que las rehuye. En estas horas en las que nunca me entiendo, he aprendido a inventarme latidos, viles impostores que tienen como objetivo suplantar a los originales, estos clones árticos que necesitan un estímulo para copiar reacciones acarician los ventrículos de tal forma que la suplantación es prácticamente perfecta. Pero es lo único que conozco. Es lo únco que hay y ha habido siempre. Juego, platonismo y utopía. La ecuación derivada de un ser a medias. El "quiero y no puedo" por fin ha logrado levantar su imperio y la reconquista parece inviable, al menos hoy, cuando nada funciona como debería y todo está fuera de lugar.
Mortadela biónica, sueños recurrentes y otras armas de destrucción masiva y un sofá y una manta y dos ojos que nunca dejaron de buscar.