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martes, 20 de octubre de 2009

Cambio, compro, vendo

Vendo tiempo a cambio de compañía, unos minutos de diálogo vacío, palabras impacientes por salir de las fronteras infranqueables de mi cabeza. El precio a pagar para esquivar días entre cuatro paredes. Cambio opiniones por cordialidad, me ajusto, me adapto más de la cuenta a nuevas corrientes mendigando atención, sonidos ajenos, miradas que extraño. Vendo tiempo a cambio de otro tiempo, el que se pierde, el que no sirve de nada si no le encontramos uso, todo tiene su uso y siempre lo descubrimos tarde. Compro momentos, segundos de subsuelo que me anclen a mi nueva realidad, a la que debo abrazar, a la que debo respetar tal y como está a pesar de tener en mente algún que otro cambio. Regalo recuerdos caducos, recuerdos que se gastaron de tanto evocar y ahora duelen; ya no me pertenecen, ya no los quiero. Están almacenados en cajas apiladas en rincones abandonados, en esas esquinas que ya no sirven ni para pensar y su mera presencia estorba, incomoda, escuece.
Vendo, compro, cambio retales de sentimiento teñidos de buenos propósitos, de borrón y cuenta nueva y comienzos exprés en un lugar que parece prometedor. Me despojo de todo lo que no me obligó a quedarme y busco consuelo en la trivialidad del azar y el juicio subjetivo de la justicia. La suerte está echada.

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