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domingo, 8 de agosto de 2010

El circo

El circo ha vuelto a la ciudad con la promesa clandestina de una nueva huida. Los trapecistas ponen a punto las cuerdas. Es lo que lleva más tiempo puesto que existen cientos de tipos de cuerdas y nudos. Tenemos las cuerdas bien tensadas, cuerdas que se lanzan y nadie las coge, cuerdas que se tensan y se destensan según quien se encuentre en el otro extremo; de ellos depende el control, caída libre o equilibro perpendicular. Y con tanta cuerda se nos olvidó soltarnos del tobillo para no caer de bruces y tropezar con la escalera antes de llegar a lo más alto. Trapecistas, minuciosos manipuladores del aire, un descuido y...¡puf! Calcio en la pista central.
Hacía tiempo que no iba al circo. Echaba de menos a la mujer barbuda y a su séquito de freaks sacados practicamente de una imitación adulterada de Tod Browning. En el circo nada es lo que parece, la realidad no supera a la ficción, ella misma es ficción o puede que realidad distorsionada de uan forma poco convencional. Cuántas veces habré soñado con subirme a esa cuerda y cruzarla hasta que las ampollas ya no salgan sino que se adapten a la horma. Cuántas veces habré soñado con llegar al centro, a lo más alto y saltar con los dedos cruzados para caer justo en toda la red.
También ha vuelto contra todo pronóstico por su avanzada edad, el elefante Fanti acompañado de su nuevo retoño aspirante a recoger el relevo de sus padres mastodónticos. De la ilusión cre que he visto a Alf camuflado entre las caravanas comiendo nachos con queso ya fundido de tanto calor. Me encanta el circo y la pretensión que le acompaña.  Todos sabemos cómo camuflarnos entre el público y fingir que el espectáculo no va con nosotros; no obstante, estamos expectantes por ver el truco final: el aro de fuego o la ruleta rusa. Todo vale para clavarse en la retina. Todo vale mientras el juego sea legítimo para alguien. Es hartamente difícil acertar con la medida idónea de azar.
El circo ha vuelto a la ciudad y me he dejado apresar por sus falacias una vez más. Error de principiante que no acaba de solventarse. Maremoto, eso eres, un maremoto u otra catástrofe de daños colaterales similares.
Todo está listo para el estreno, la gran función, la misma que ha de repetirse periódicamente y aún sigo sin cogerle el tranquillo.
Llega el truco final, el gran maestro lo anuncia a grito pelao: pasen y vean la estupidez en estado puro. En un rincón, con tan sólo 2 neuronas, el amante encadenado. En el otro rincón con 4 neuronas y una lengua viperina demasiado zalamera, la zorra de su ama.¿Quieren ver una lucha sangrienta? La suerte está echada, liberadlos de sus cadenas.

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