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jueves, 10 de noviembre de 2011

Único

Todas las mañanas pasaba por su puerta y cruzábamos dos o tres palabras cordiales. Era rutina. Siempre me lo encontraba, a cualquier hora, sentado en su escalón contemplando la inmutabilidad de un día como los demás en el silencio de sus secretos. Dos palabras no cuestan nada, no suponen esfuerzo alguno a simple vista y aun así, a veces el ensimismamiento nos impide ser personas.
Llevo unos días sin cruzar ese saludo y ayer vi una cruz negra en su puerta y leí ese primer párrafo estándar que únicamente se molesta en cambiar nombre y edad. Parece de broma que la eternidad pueda llegar a ser tan impersonal. el adiós debería ser único, tan único al menos como la persona que se marcha y suprimir de una vez las plantillas multitudinarias.
Es curioso qué remoto parece todo, qué natural cuando se ve desde fuera. Todo se magnifica porque es insensible no hacerlo, una auténtica falta de respeto. Pero, ¿no es peor la hipocresía de consternarte por obligación? Las convenciones sociales son demasiado estrictas para seguirlas al pie de la letra y a veces asfixian. ¿Por qué expresar lo que es políticamente correcto y no lo que realmente queremos decir? ¿Humanidad?¿Acaso estamos defendiendo la mentira como mecanismo de defensa? Yo creo que no, creo que simplemente lo hacemos para que no nos señalen con el dedo y nos tachen de bicho raro.
No hay segundas oportunidades. ¿Qué tendrá la muerte que cambia concepciones? Durante tres días, el mundo se vuelve del revés, eres sensible, sombrío, incluso las iglesias te asustan aún más. Sólo hacen falta tres días para descomponerte y volverte a recomponer, pero el prisma ha cambiado de forma radical, y ahora hay preguntas y la sensación incómoda de no saber muy bien cómo actuar en estos casos. Viva el pánico y la hipocondría. 
El sol sigue brillando, los niños van al colegio, las redes sociales siguen actualizándose y el mundo no se detiene; todo lo que tenemos son esos tres días de cortesía por parte de vecinos curiosos, amigos ya no tan cercanos, y con suerte, aquellas personas que nunca se han planteado abandonarte. Descanse en paz.

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