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jueves, 21 de mayo de 2009

Sueños que paralizan

Hoy soñé que te desvanecías, que te ibas tan rápido como habías llegado y tuve que hiperventilar porque me parecía demasiado brutal para seguir durmiendo. Todo había sido tan fugaz, pero mi cuerpo no se habituaba a tu ausencia, te seguía abrazando, te seguía sintiendo tan cerca que asustaba y no es la primera vez que me ocurre. No es la primera vez que te pseudopierdo; entonces me despierto entre taquicardias y las sábanas parecen telarañas, yunkes de seda que me empalan contra el colchón y miro tu foto, una de tantas que tengo en cada rincón, para comprobar que sigues conmigo, que cuando vuelva a casa irás a recibirme y querrás jugar a la pelota y me volverás loca como haces siempre; me lo dicen esos ojos que parecen espejos, esos ojos que sólo reflejan esperanza transformada en chispas que desprendes al parpadear.
Sólo ha sido un sueño, uno de los malos. Volveré a cerrar los ojos y me perderé en los derroteros del subconsciente que hoy me han desviado cruelmente del camino hacia el atajo del miedo y la oscuridad. Qué solos podemos sentirnos en tan sólo un momento y qué vulnerables nuestras mentes cuando se rinden a los designios de lo inesperado, de macabras sorpresas que ta dan muy mal rollo a la mañana siguiente. A pesar de todo, seguiré soñando, porque únicamente así sabré que sigo viva.

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