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viernes, 21 de agosto de 2009

Los porcentajes no cuadran

Esta entrada, la cual aún no me atrevo a calificar, va dedicada a la persona que me ayudó a impulsar esta reflexión en una tarde de bochorno salmantino a la sombra de edificios que desprenden ráfagas de aire acondicionado cada dos minutos. Para ti Maru.
Una reflexión sórdida me emparanoyó en estos días de exilio, en esos días en los que la banalidad es más suculenta de lo que nunca habría pensado. Todo empezó con una duda lógica de contabilidad, porcentaje más bien, y de repente mi infancia sufrió un duro golpe equiparable a cuando descubrí que los clásicos de Disney no eran tan inocentes como nos querían vender o que los niños no venían de París sino de otro lugar más raro y desconocido llamado Útero. Debía de estar realmente lejos porque tardaban nueve meses en llegar...
¿Quién no recuerda a esas criaturillas azules tan adorables que vivían en champiñones de madera y siempre lograban escapar de un gato tedioso y su dueño con esa voz desquiciante? Efectivamente, mi reflexión de hoy está dedicada a los Pitufos con papá pitufo al frente de este clan ambiguo. Y mi duda viene ahora: ¿Por qué tanto pitufo y sólo una pitufilla? ¿Cuál era el verdadero propósito del creador de la serie? ¿Explotación? ¿Persecución? ¿Poligamia? ¿Abstinencia? ¿O en verdad pretendía que la célebre Pitufina fuera la madre de las futuras generaciones pitufiles? Machismo y lascividad en estado puro. Una ama de casa de masas con demasiadas obligaciones y aparentemente pocos derechos.
Por otra parte, nunca tuve muy clara la relación que unía a todos los pitufillos, ni el sistema de reproducción por el que se regían, pero a menos que se tratase de conejos, veo bastante inviable que una criatura conciba tantas cabezas azules a corto plazo.
Son fascinantes las diferentes teorías que se me ocurren y todas las historias paralelas que podría narrar ahora mismo, pero me temo que todo perdería su encanto si me dejase embaucar por el morbo y la especulación. Por lo que prefiero omitir todo este asunto y respetar a estas dulces criaturas que cada año arrasan en las listas de ventas con sus increibles recopilatorios: "Los Pitufos maquineros: este año versiones de clásicos del pop ligero" (Oh my).

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