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martes, 7 de abril de 2009

Ciertas horas invitan a la reflexión

Hoy he detenido la máquina del tiempo en 1999; he intentado recordar cómo era mi vida hace 10 años y la verdad es que no era ni más ni menos complicada que ahora. Tenía preocupaciones, dudas, miedos: miedo a morir, miedo al fracaso, miedo a mudarme y dejar a mis amigos (aunque con el tiempo te das cuenta de que no eran las mejores personas del mundo), miedo a no enamorarme, miedo a no ser lo suficientemente buena. Es curioso como esos mismos miedos aún hoy me persiguen diez años después, pero magnificados porque les he dado la importancia que realmente merecían, o la importancia que yo he creido conveniente. Gran error.
Pero es en días como éste, en sus correspondientes noches en las que no puedes dormir por el motivo que sea, cuando esos miedos se hacen más intensos y la cama no es todo lo cómoda que debería ser para atraparte entre las sábanas; sólo quieres escapar de la oscuridad y cerrar los ojos para separar la persona en la que temes convertirte de la que realmente debes ser.
De repente, esperas más de la vida, exiges más, mucho más de lo que te está dando; porque hoy has visto "Algo para recordar" y te ha parecido muy romántico que Tom Hanks y Meg Ryan estuviesen predestinados sin ni siquiera saberlo y te has preguntado si algún día tú también subirás a la cima del Empire State Building para encontrar a tu Annie, tu destino, la respuesta a todas estas preguntas tan tediosas que estás harta de formularte.
No sé si el resultado cumplirá con las expectativas, pero lo único que quiero es averiguarlo y pensar que cada día, cada intento, cada desengaño, me acerca más a ella, que cada paso que doy me conduce hacia ella, a pesar de todos los esguinces.

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