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viernes, 3 de abril de 2009

Lugares propensos para entablar conversaciones con extraños

Es muy importante tener presente que nadie, y repito, nadie está exento de pasar por una situación así. Es esencial estar preparado cuando llegue el momento, aunque en la mayoría de los casos, lo único que podemos hacer es escuchar y esperar pacientemente a que el otro interlocutor se canse, o en su defecto, se quede sin historias.
Primer caso: el ascensor.
De todos los lugares, el ascensor es con diferencia el más doloros de todos; se crea un silencio incómodo casi imposible de evitar. Sólo escuchamos las respiraciones de los dos con mirada al suelo y en un intento de olvidarnos de ese mal momento nos paramos a analizar el ascensor en sí (luces, color, los botones de las plantas...) cuando es el mismo ascensor que vemos todos los días. De repente escuchamos "Pero qué frio hace hoy! Se ha vuelto a equivocar el del tiempo" y respondes "Sí, vaya frio..es que no dan una...pero, y qué me dices de los botones, eh? Siempre han sido así? Y a ver para qué queremos tantos si sólo hay tres plantas..?" "No sé, creo que tiene que ser así y los cambiaron hace un mes. Bueno, me bajo aqui." Menos mal, un minuto más hablando de botones y te tiran por el hueco del ascensor pero por patética.
Segundo caso: transporte
La siguiente situación tiene lugar en los medios de transporte, más concretamente en el tren y en el bus. Viajar solo tiene infinidad de riesgos, uno de ellos, casi mortal es el asiento vacio que queda a nuestro lado y lo que ello representa: nuestro compañero de viaje. Si tenemos suerte, nos toca alguien callado que no causa problemas, pero...y si no es así? ¿Y si nos vemos asediados por el pero tipo de compañero de viaje de todos: los abuelos? Con los abuelos, da igual lo ocupados que queramos parecer, o cuánto intentemos ignorarlos que ellos seguirán hablando y hablando. Es más, nos darán golpecitos en el brazo para asegurarse de que seguimos la historia. Entonces, por resignación, intentamos integrarnos en la conversación, pero no os engañéis, es todo una ilusión, nadie puede perturbar el orden del monólogo e inmediatamente interrumpirán para hablaros de sus nietos, de lo guapos que son y de la maravillosa pareja que hacéis con ellos.
Antes de proseguir y presentar el tercer caso, es importante hacer un inciso para exponer otro tipo de acompañante de viaje: el acaparador. El acaparador o acaparodora es aquella persona que aun ocupando su asiento correspondiente, se las apaña para arrinconarte y hacerse con todo el espacio. Es un proceso muy sencillo: primero empieza por "ponerse más cómodo", se acurruca en su asiento, se estira, sin más; a continuación, se adueña del apoyabrazos que tenemos en común obligándonos a leer tu libro con una postura antinatural y finalmente se hace con todo el espacio. Ya ha tanteado el terreno, ha visto lo estúpidos que somos por no quejarnos y sin darnos cuenta lo tenemos apoyado en nuestro hombro roncando.
Tercer caso: el hospital.
A pesar de los cientos de lugares propensos a entablar conversaciones incómodas con extraños, no podíamos olvidarnos del más importante: el hospital. Oh, querido y amado hospital, santuario de situaciones surrealistas y conversaciones absurdas, meca de situaciones de tensión y violencia. Aquello es la jungla, no sabéis cuan peligrosos pueden llegar a ser los abuelos si ven peligrar su cita concecida meses atras.
Todo se rige por un mismo proceso: llegamos a una consulta, cualquiera, no importa la enfermedad, y nada más entrar, una colección de cabezas alopécicas y canosas se giran en redondo para escanearte con el ápice de visión que aún conservan. Entonces, saludas y te sientas para esperar tu turno que con suerte llegará una hora después. De repente, comienzas a oir un cuchicheo; acaba de dar comienzo un debate sobre la vida personal del médico que al parecer le ha dejado su mujer por otro "con razón está tan desaliñado, no tiene ni planchada la camisa" "pues yo escuché que ella le echó de casa, la muy jodia, encima que se fue con otro..." Sólo habías venido a repisarte tu dolor de espalda y ahora no podrás mirar a tu medico a los ojos sin pensar que es un desgraciado...
Pero , ocurre algo que perturba el orden lógico de la situación. De rpeente, un hombre que había perdido su cita porque se le había averiado el coche habla con el médico y consigue entrar un poco después. Ese pobre hombre no sabe lo que ha hecho...ha despertado a la marabunata!!! En cuestión de segundos un grupo enfurecido de muletas y zapatos ortopédicos se dirigen hacia él increpándole con todo tipo de insultos como "sinvergüenza!!" "Haber venido a tu hora como todos que llevo aqui desde las 7 de la mañana esperando!!!". Para empezar, señora, es imposible que lleve desde las 7 porque la consulta empieza a las 9 y segundo, si llegó entonces a las 7 es que usted es tonta. Finalmente, el paciente rezagado consigue entrar, poco después llega nuestro turno y salimos pintando de ese edificio del diablo antes de querer preguntar si el querido de la mujer del médico era más rico y más guapo que él. Fin.
En la próxima entrega :¿Por qué los Reyes Magos no nos traen nunca lo que pedimos? xD

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